En general la determinación del sexo resulta muy difícil en la
mayoría de las especies de agapornis, excepto en el caso de tres de
ellas. En estas especies la hembra carece de los colores que aparecen en
el plumaje de los machos, como sucede en los Agapornis cana, taranta y
pullaria.
En las restantes especies podemos ayudarnos de ciertos indicios para
conocer el sexo de cada individuo, tales como el tamaño de la cabeza,
generalmente mayor en la hembra.
Otra característica de dimorfismo sexual es la anchura de la pelvis,
que provoca que la hembra se pose en las perchas con los pies
ligeramente más separados que el macho.
Por último, también puede ser de gran ayuda como guía para distinguir
al macho de la hembra la observación del comportamiento en las épocas de
reproducción, ya que sólo las hembras de esta especie transportan entre
sus plumas el material con el que forrarán su nido.
En los animales sexual-mente maduros se pueden palpar los huesos
coxales, que en los machos están casi juntos y se perciben como si se
tratara de uno solo, mientras que en el caso de la hembra se percibe
claramente una separación entre ellos que nos permite desplazar la yema
del dedo.
Fuente: http://www.mundoexotics.com
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